Espiritualidad de Comunión

“Que todos sean uno: como tú, Padre, estás en mí y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste” (Jn 17,21).

Este principio de unidad, es el cimiento de la comunión de nuestro Plan Diocesano de Pastoral. La vida comunión de Iglesia, es el sentido de nuestra espiritualidad, que anima a cada una de los agentes, de las acciones y de las estructuras de pastoral en la Diócesis de Texcoco.

La exhortación apostólica del Papa Juan Pablo II, Eclessia in America, nos dice al respecto:

“La propuesta de un nuevo estilo de vida no es sólo para los Pastores, sino más bien para todos los cristianos que viven en América. A todos se les pide que profundicen y asuman la auténtica espiritualidad cristiana. «En efecto, espiritualidad es un estilo o forma de vivir según las exigencias cristianas, la cual es “la vida en Cristo” y “en el Espíritu”, que se acepta por la fe, se expresa por el amor y, en esperanza, es conducida a la vida dentro de la comunidad eclesial». En este sentido, por espiritualidad, que es la meta a la que conduce la conversión, se entiende no «una parte de la vida, sino la vida toda guiada por el Espíritu Santo». Entre los elementos de espiritualidad que todo cristiano tiene que hacer suyos sobresale la oración. Ésta lo «conducirá poco a poco a adquirir una mirada contemplativa de la realidad, que le permitirá reconocer a Dios siempre y en todas las cosas; contemplarlo en todas las personas; buscar su voluntad en los acontecimientos».” (EA 29)

Por lo tanto, la opción pastoral acorde a una Espiritualidad que anime, edifique, fortalezca e impulse la Vida Pastoral de nuestra Iglesia, es de Comunión.

  • En el estilo cristiano de vivir en oración.
  • En el estilo cristiano de vivir la celebración.
  • En el estilo cristiano de vivir la misión.

“En la Diócesis de Texcoco nos reconocemos, valoramos y aceptamos como personas para ser casa y escuela de comunión”.

Nuestra Iglesia Diocesana, unida al proyecto del Reino de Dios, quiere ser Casa y Escuela de Comunión, así lo ha afirmado y promulgado en su Plan de Acción Pastoral:

La carta apostólica Novo Millennio Ineunte del Papa Juan Pablo II confirma nuestro propósito:

“Hacer de la Iglesia la casa y la escuela de la comunión: este es el gran desafío que tenemos ante nosotros en el milenio que comienza, si queremos ser fieles al proyecto de Dios y responder también a las profundas esperanzas del mundo (NMI 43).

Más adelante afirma que: Hace falta promover una espiritualidad de la comunión, proponiéndola como principio educativo en todos los lugares donde se forma el hombre y el cristiano, donde se educan los ministros del altar, las personas consagradas y los agentes de pastoral, donde se construyen las familias y las comunidades.

El Documento de Aparecida en los numerales 155 y 156 hace hincapié del Ministerio de la Iglesia como Comunión, que como Diócesis, nos empeñamos a ser:

Los discípulos de Jesús están llamados a vivir en comunión con el Padre (1 Jn 1, 3) y con su Hijo muerto y resucitado, en “la comunión en el Espíritu Santo” (2 Co 13, 13). El misterio de la Trinidad es la fuente, el modelo y la meta del misterio de la Iglesia: “Un pueblo reunido por la unidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”, llamada en Cristo “como un sacramento, o signo e instrumento de la íntima unión con Dios y de la unidad de todo el género humano”. La comunión de los fieles y de las Iglesias Particulares en el Pueblo de Dios se sustenta en la comunión con la Trinidad.” (DA 155).

“La vocación al discipulado misionero es con-vocación a la comunión en su Iglesia. No hay discipulado sin comunión. Ante la tentación, muy presente en la cultura actual, de ser cristianos sin Iglesia y las nuevas búsquedas espirituales individualistas, afirmamos que la fe en Jesucristo nos llegó a través de la comunidad eclesial y ella “nos da una familia, la familia universal de Dios en la Iglesia Católica. La fe nos libera del aislamiento del yo, porque nos lleva a la comunión”. Esto significa que una dimensión constitutiva del acontecimiento cristiano es la pertenencia a una comunidad concreta, en la que podamos vivir una experiencia permanente de discipulado y de comunión con los sucesores de los Apóstoles y con el Papa.” (DA 156).

En la espiritualidad del Plan Diocesano de Pastoral, la respuesta de la Comunión de la Iglesia, es el motor de su operatividad:

“En el pueblo de Dios, la comunión y la misión están profundamente unidas entre sí… La comunión es misionera y la misión es para la comunión. En las iglesias particulares, todos los miembros del pueblo de Dios, según sus vocaciones específicas, estamos convocados a la santidad en la comunión y la misión.” (DA 163).